La psicóloga chilena Pilar
Sordo dice que las mujeres tenemos mayor capacidad de retención que lo hombres.
"Retenemos más líquido, sufrimos de estreñimiento con mayor frecuencia,
tenemos más celulitis, guardamos más cosas. Somos malas para tirar. Y esto también
se aplica a los recuerdos: tenemos una excelente memoria emocional, algo que a
los hombres no les conviene. Ellos están diseñados para soltar. Liberan más,
viven y olvidan, dan vuelta la página, pueden tener nuevas relaciones en
tiempos más cortos que las mujeres", explica con total sensatez.
Es esta diferencia
distintiva, la que obliga de por vida a las mujeres a tener que "aprender
a soltar" y dejar de hacer lo que nos hace mal. A saber delegar y pedir
ayuda. Y a los hombres, a aprender a retener y cuidar lo que tienen.
Por eso, para que no andemos
por la vida con una mochila sobrecargada (de cosas y gente), aquí van algunas
consideraciones:
- La paciencia tiene un
límite. Cuando sentimos que se ha traspasado, lo mejor es dejar al costado del
camino ese algo/alguien que nos agobia. Seguramente habrá otro/a que pueda
ocupar ese espacio vacío y que nos haga bien, en vez de generarnos malestar.
- Este proceso produce
tristeza. Pero madurar es aprender a soltar. Las pérdidas son necesarias para
crecer.
- No todo pasado fue mejor.
Este pensamiento peca de nostalgia en exceso. Una mirada optimista sobre la
vida es la que nos impulsa a creer que lo mejor siempre está por venir. Y esto
no quiere decir que olvidemos que si llegaremos a esa meta fue gracias a lo
vivido.
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